Para realizar un balance del Curso de posgrado “Ciencia y religión” dictado por el profesor Luis Samolski en el primer cuatrimestre del año 2019, tomaré 4 ejes que a mi entender son centrales para evaluar una actividad académica de este tipo, y que tienen una estrecha conexión entre sí.
En primer lugar, los contenidos. Los mismos estaban “estructurados” (aunque era una estructura totalmente flexible y variable) a través de conceptos que conformaban diferentes ejes de análisis interconectados entre sí. Si bien en un primer momento varios de dichos conceptos resultaban para mi totalmente desconocidos, y por eso mismo me parecían inabarcables (por ejemplo, las espiras culturales, el psicógrafo, el sociógrafo, los cuadrantes de la realidad), el desarrollo de las clases, fluido e interesante, me fue permitiendo comprenderlos, interpretarlos, analizarlos, relacionarlos, problematizarlos y asimilarlos cada vez con mayor profundidad. Cada contenido que se presentaba era planteado por Luis a través del análisis de diferentes aspectos de la realidad, lo que nos permitía comprenderlos en forma más completa que presentados en abstracto, .y con una perspectiva nueva y mucho más rica. La ciencia y la religión pasaron a ser dos aspectos presentes en todos los análisis, resignificados con los conocimientos que adquiríamos en cada encuentro. La interrelación entre sí de los contenidos, y el nivel de profundidad con el que se analizaban (sumado a los aportes de cada estudiante que abrían nuevos ejes de debate) resultaba en un gran interés por no perder ninguna clase, así como en una gran desorientación cada vez que no podía asistir. Como Profesora de
Historia, el análisis de los contenidos con perspectiva histórica me resultó no sólo sumamente interesante sino también útil para aplicar en mi labor docente ya que muchos de los ejes en que se basaban las clases no habían sido analizados (ni siquiera presentados) en las asignaturas del Profesorado.
En segundo lugar, los materiales de trabajo, siendo estos bibliográficos y fílmicos. Contrario a los seminarios, cursos y asignaturas a las que estaba habituada, la bibliografía se convirtió en un mero apoyo teórico de cuestiones que eran abarcadas desde los conocimientos de Luis, los aportes de los cursantes y las reflexiones conjuntas que se forjaban. En mi caso, algunos textos requirieron varias lecturas en distintos momentos del Curso, ya que los apuntes que tomaba mientras leía adquirían significado y claridad luego de las clases y me obligaban a una relectura. Este fue el caso, por ejemplo, del texto central del Curso, “Introducción al pensamiento complejo” de Morain. Además de la bibliografía obligatoria, el profesor nos sugería otros libros o autores de acuerdo a los intereses demostrados, siempre con la intención de profundizar
en los contenidos trabajados. Por otro lado, los contenidos fueron abordados con el análisis de films de distinto tipo seleccionados por el profesor. Si bien se introducían con algunos ejes de Luis, las claves de su análisis estaban dadas por la interpretación que cada uno había hecho de los contenidos, ya que no había una consigna específica.

Luego de mirarlas, se debatían en clase o a través del aula virtual y cada uno podía expresar lo que había hallado en el film. Cabe destacar que las 4 películas trabajadas este año poseen un nivel de profundidad que no hubiera sido capaz de entender (tal vez ni siquiera de reconocer) sin tener el conocimiento de los ejes que se trabajaban en clase. Por ello, tanto la bibliografía como los recursos fílmicos me resultaron totalmente pertinentes, interesantes, complejos y posibilitadores de reflexiones.
En tercer lugar, la modalidad del curso. Además de los encuentros, en los que se
debatían los temas de la clase con total libertad para opinar, escuchar y responder dentro de un marco de respeto y atención, Luis habilitó un aula virtual para comentar libremente aquello que nos inquietaba o nos generaba una reflexión. Si bien la herramienta no fue tan utilizada como se pretendía (en mi caso, me resulta muy poco cómodo y para nada habitual escribir en un ámbito virtual sin una consigna específica), las intervenciones podían ser comentadas allí mismo. El profesor leía y analizaba en clase cada una de ellas, abriendo así el debate, que siempre fue más fluido en el encuentro personal que en el virtual. Cabe destacar que, como siempre remarcaba Luis, el grupo era el que posibilitaba el avance de las clases, y por ello el ambiente de igualdad y respeto creado desde el primer momento fueron sumamente provechosos.
En cuarto lugar, el rol que cumplió el profesor en el proceso de formación. Luis nos pidió que no lo tratáramos de usted ni le digamos profesor, imponiendo desde la primer clase un ámbito donde todos podíamos sentirnos iguales, no en conocimientos sino en capacidades y derechos. La empatía de Luis, su enorme predisposición para guiarnos en el proceso de conocimiento, su paciencia para explicar una y otra vez aquello que resultaba complejo (o aquello que no habíamos escuchado por estar ausentes en alguna
clase), el respeto que nos demostraba, su demostración de que cada aporte nuestro era valorado y tenido en cuenta, su excelente humor en cada encuentro y sus inmensos y profundos conocimientos (que para mi abarcan increíblemente TODO, desde física nuclear hasta la música que escuchan los adolescentes en la actualidad), fueron elementos centrales para provocar en mi una opinión altamente positiva sobre él y que influyó mucho en el entusiasmo con el que realicé el Curso (y puedo decir que mis compañeros comparten mi opinión, ya que lo charlamos). El gran rol que cumplió Luis como profesor para hacernos valorar profundamente el Curso es tal que, ante un feriado, fuimos a cursar un sábado de lluvia y frío, ya que no aceptábamos tener una clase
menos de las previstas. Sinceramente agradezco que el profesor haya compartido con nosotros un poco de su gran sabiduría, y que se haya preocupado por enseñarnos a mirar y mirarnos desde una nueva perspectiva.
Para finalizar, quisiera realizar una reflexión luego de realizado este curso. En la primer clase, el profesor Samolski comenzó con una pregunta que parecía muy simple pero luego se presentó casi inabarcable: “¿Quién soy?”. Luego, tras demostrar las infinitas respuestas que podemos dar a dicha pregunta, nos relató la pequeña historia del hombre borracho que busca sus llaves perdidas bajo el foco de luz, y que pese a no hallarlas no se aventura a buscar en la oscuridad, y mencionó una frase que he copiado textualmente ya que me pareció de una profundidad y un significado inmenso: “Si negamos la penumbra, desistimos de la posibilidad de encontrar llaves que no están bajo la luz. (…).

La oscuridad también tiene llaves.” Creo que todo el curso fue la búsqueda de una respuesta a esa pregunta inicial. El aprendizaje fue construido en grupo con la guía de Luis y los aportes de cada uno de los cursantes, lo que nos posibilitaba la búsqueda de esas llaves ocultas en la oscuridad en forma conjunta y solidaria, pero cada uno resignificando, interpretando e interiorizando a su manera las respuestas que nos surgían (que nunca eran tajantes ni determinantes, porque tal como analizamos no existe una verdad absoluta). En mi experiencia, comencé el Curso con muchas expectativas y dudas (ya que un nombre tan amplio como lo es “Ciencia y religión” permite aventurar muchas hipótesis sobre lo que se abordará) y lo finalicé con una satisfacción plena ya que pude descubrir más sobre quién soy y dónde estoy en esta sociedad cuya cultura arrastra rasgos de espiras muy anteriores y a la vez de la siguiente, pude mirar un poco más dentro mio y pensar desde otra perspectiva el encuentro de un individuo con otros y resignificar conceptos centrales para mi vida , tales como la fe.
Mi evaluación del Curso es totalmente positiva, y espero con ansias que sea aprobada la propuesta para el año que viene

• Camila Luciana Sosa

• Profesora en Historia